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La felicidad más grande para el mayor número de personas

RESUMEN

La felicidad más grande para el mayor número de personas. ¿Qué podemos aprender de esta famosa frase utilitaria que nos ayudará a encontrar una solución a los serios y difíciles problemas de la generación de energía y del control del medio ambiente que ahora encaramos?. En nuestra búsqueda por una guía práctica a partir de esta frase, inmediatamente notamos que el significado de ”Felicidad” debe ser definido primero.

La imagen utilitaria de la palabra felicidad es muy clara. La felicidad se puede medir por la cantidad de placer que una persona puede disfrutar. El placer, a su vez, es proporcional a la utilidad que uno puede obtener, de tal forma que una expresión más fácil del principio utilitario podría ser la frase siguiente… ”La máxima utilidad para el mayor número de personas”. Aparte del debate acerca de sí la felicidad puede ser medida mediante la cantidad de placer, debido al advenimiento de los filósofos utilitarios como J. Bentham, J. S. Mill y otros escolásticos, mucha gente se ha cuestionado en convertir o hacer la utilidad como blanco final de la actividad social. Sin embargo, el utilitarismo ha sido la fundación o servido como base de las actividades económico capitalistas del mundo desde que fue establecido explícitamente a principios del siglo XIX.

Lo que fuese imaginado por la palabra “Utilidad” en los días de Bentham y Mill, los días en que la revolución industrial estaba aún en pleno desarrollo y la economía neoclásica todavía tenía que emerger, era la utilidad real de las cosas o servicios. Debido a la revolución industrial, con el drástico incremento masivo en la productividad apoyado mediante el uso completo de la energía derivada del carbón, el suministro de la utilidad y el resultado de mercancías y servicios se llegó rápidamente a tener mas que lo suficiente para toda la gente en Europa y América. Entonces ¿porqué la gente en los países de occidente no se volvió feliz, como Bentham y Mill habían soñado?.

Los economistas neoclásicos comenzaron a explicar que lo que la gente busca no es la utilidad real de una mercancía o servicio sino su “Utilidad marginal”. Un vaso con agua hace el mismo beneficio al cuerpo ya sea en el comedor de una casa o en pleno desierto, de tal forma que la “Utilidad real” es la misma en ambos lugares. Sin embargo, la utilidad “marginal” es mucho más grande en el desierto. En la teoría del análisis marginal, el costo de cualquier cosa está determinado por el grado de escasez. En la economía clásica, la utilidad es sopesada por el valor, por muy poco; pero en la economía neoclásica “marginal” la utilidad es evaluada con referencia al costo. El bien conocido epigrama “los economistas conocen el costo de todas las cosas pero el valor de nada” se aplica a los economistas neoclásicos. Los economistas neoclásicos convirtieron el utilitarismo en lo que puede ser denominado “utilitarismo marginal”.

Así, cuando la escasez de las utilidades básicas para nuestra subsistencia desaparece, en lugar de buscar el sentido metafísico y espiritual avanzado de la vida (como el mismo J. S. Mill soñó) la sociedad se encuentra con una nueva escasez: la escasez de la utilidad “marginal”. Debido a la naturaleza de los seres humanos, la escasez de la utilidad “marginal” nunca podrá ser eliminada. Tal como es ejemplificado en una canción de niños “mi perro es mejor que tu perro”, la mente competitiva de la gente previene a la sociedad de quedar contenta. Se debe recordar que aún proveyendo más en determinada economía nunca se podrán satisfacer las necesidades de ésta. Es extraño que los economistas hayan pasado por alto tan simple mecanismo de crecimiento económico inevitable.

Aún hoy, la mayoría de los economistas famosos enfatizan que el crecimiento económico es imperativo para alcanzar “La felicidad más grande para el mayor número de personas”. Proveer más, sin embargo, no solamente falla para satisfacer necesidades sino que también se estimula el consumo, como sabiamente establece la denominada ley de Say: “el suministro crea la necesidad”.

El actual sistema económico de crecimiento exponencial es una consecuencia natural de un sistema capitalista fundado en una filosofía utilitaria.

Existen dos argumentos importantes y necesarios para cambiar completamente el actual mecanismo económico mundial ? es decir, para alcanzar un verdadero crecimiento económico sostenido. Uno es que la capacidad del globo terráqueo no podrá acomodar y / o acoger más el exagerado residuo proveniente del uso de energías fósiles (petróleo ? gases tóxicos) y atómicas que causan un daño inminente e irreparable a los seres humanos, si continuamos con nuestras actuales “por siempre-crecientes” actividades económicas. Debemos recordar la sabia máxima enmarcada en la expresión de Clausius, la cual fuera hecha a finales del siglo XIX: “Los seres humanos están destinados a vivir con energías provenientes del sol, ya que no existe otra manera de crear energía nueva, no importa cuanto avance la ciencia”.

El segundo argumento es que “La felicidad más grande para el mayor número de personas” no se podrá alcanzar aún y cuando la escasez real o marginal sea eliminada. Cuando uno hace un análisis serio de la palabra “Felicidad”, uno se dará cuenta que la felicidad puede existir aún en la verdadera escasez, o en algún tipo determinado de situación miserable. Podrá parecer extraño el hecho de poder encontrar felicidad en un estado de sufrimiento, sin embargo este es un tipo de filosofía propuesta en la mayoría de las escrituras religiosas del mundo entero. Está claro que la felicidad no es algún estado de la mente que el economista o cualquier otro pueda “ofrecer” mediante la eliminación de la escasez, o mediante alguna otra acción o explicación. Los Budistas llaman esta palabra saha, la cual en Sánscrito significa “soportar el sufrimiento”. Todos nosotros tratamos de evitar el sufrimiento pero el destino puede traernos sufrimientos o penas a cualquiera de nosotros en cualquier instante. Deberíamos darnos cuenta que sin sufrimiento no existe la verdadera felicidad.

Por tanto, si uno busca la felicidad más grande para el mayor número de personas, resulta imperativo que la gente contemporánea evite disminuir la escasez de la utilidad y mantenga el medio ambiente de la tierra en armonía con la supervivencia humana. Uno mismo debe darse cuenta que, asumiendo la ley de continuidad de la supervivencia humana, nuestras generaciones futuras disfrutarán una gran felicidad a pesar del estado de escasez. Cuando contamos el “mayor número de gente”, también debemos tomar en cuenta el número de gente en el futuro. Tal como A. Pigou ha establecido, la excesiva explotación de la naturaleza con el propósito de una vida más fácil para la población humana, disminuirá dentro de no muchos años la longevidad biológicamente permitida para la subsistencia de las especies futuras. Una vida fácil no puede ser una vida simple y sencilla, apuntó A. Chekhov. El consumo modesto de la energía es también hoy un problema de ética.

Recordemos que los seres humanos no podemos sobrevivir en soledad. Somos parte de la totalidad de las criaturas vivas en la faz de la tierra, y la manera de concebir el “centro humano” nos debería conducir automáticamente a pensar también en las mejores condiciones de vida para otras criaturas. También deberíamos tener presente que sabemos muy poco. Resulta sumamente peligroso permitir a nuestro pensamiento creer que se puede apoyar en la capacidad de la ciencia y tecnología como para alterar la naturaleza. Un aparente beneficio inmediato puede conllevarnos a un efecto adverso irreparable en el futuro.

Entonces, ¿qué acción práctica debe uno tomar?. Resulta vano predicar a la gente acerca de hacer vidas simples y ahorrativas del uso de energía ya que el precio actual de la energía es relativamente muy barato. Pero es barato porque estamos usando “energía prohibida”; prohibida, es decir, sí somos serios acerca de “La felicidad más grande para el mayor número de personas”.

En el mundo económico donde el principio utilitario prevalece, todo se mide en términos de dinero. El control del flujo de dinero es la manera más efectiva para guiar a la sociedad en la dirección correcta. Así, el establecer impuestos al uso excesivo de energía sería la manera más fácil. Los economistas que hablan acerca de los impuestos ecológicos frecuentemente mencionan el nivel del impuesto que “no afectaría” el crecimiento de la economía. Ninguna persona racional hablaría de tomar medicina en una dosis que no muestre un efecto marcado. Los impuestos deben ser establecidos en un nivel que permita, por ejemplo, incrementar el precio excedido del gas o de la electricidad tres o más veces su valor actual.

El actual uso desmedido de energía y la lenta adaptación de la energía natural (energía proveniente del sol y fuentes biológicas) se deben simplemente al precio extremadamente bajo del combustible (petróleo) y de la energía eléctrica generada en plantas nucleares.

Qué efecto causará el impuesto en la economía? Eso es algo que se debe probar pasa a paso. Como Baumol y Oats sugieren: la relación entre el monto del impuesto y su efecto económico debe probarse poco a poco. Esto es porque los factores que tienen efecto en los grandes impuestos son tan complicados que es mejor seguir el método de prueba y error. Se debe recordar que los impuestos inevitablemente conducen a una reducción en las actividades económicas, en el sentido de que los actuales economistas, políticos y gente en el poder público a cargo del control económico de la sociedad usa esta expresión. Sin embargo, cuando uno es realmente serio acerca de las oportunidades para nuestra “felicidad” así como la de las generaciones por venir, queda muy claro el tipo de acciones que son verdaderamente “realistas”. El filósofo Chino Lao Tse mencionó que “una gran virtud puede frecuentemente parecer cruel”. Sin embargo, en el caso de los problemas ecológicos del medio ambiente, no podemos dar por hecho lo que Lao Tse afirmó.

Written by Shingu : June 15, 2003 01:10 AM

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